“Es difícil hacer teatro pero aún más fuera de Madrid y Barcelona”
Entrevista de Xabier Sanmartín para El Correo Gallego
A Juan Mayorga (Madrid, 57 años) le falta el tiempo, jamás aliento. Ha viajado a Galicia para ver la representación de Hamelin que la compañía compostelana Redrum ha hecho en el Teatro Principal (Santiago), dos llenos previos a ir a Cangas (4 de marzo), Pontevedra (9 Mar.), A Illa (1 de abril), Lugo (20 Abr.), Teo (28 Abr.) y Verín (6 de mayo).
Dramaturgo traducido a un mar de idiomas, miembro de la RAE (silla M), director artístico del Teatro de La Abadía (Madrid) y premio Princesa de Asturias de las Artes 2022, su nombre escrito en Google muestra 5.760.000 resultados. En otro país europeo sería una rock star de la cultura, en España suma reconocimiento sin tanto eco pero cada paso suyo es motivación para el sector teatral y sus venas cercanas.
Afable, atiende a este diario en el hotel Altair de Compostela, por donde pasea sereno con su mujer: “Siempre es especial venir a Santiago por la belleza de la ciudad”, aclara.
Estrenada en 2005 por Animalario, y luego por una compañía canaria, ‘Hamelin’, sumaba varios años sin representarse.
Cierto. Llevaba años sin ver esta obra y siento cierta alegría al pensar que ha atravesado bien el tiempo y que probablemente ha envejecido mejor que su autor. Es una obra que tiene cierto carácter de suspense en la medida en que ahí hay un juez que está indagando un posible caso de abuso de menores y en esa búsqueda él se va encontrando una serie de personajes con quienes entra en conversación, uno de ellos el niño acaso abusado, el acusador, el acusado, los padres del niño, etcétera, y creo que el espectador queda suspenso ante qué pensar sobre cada uno de esos personajes y sobre qué hacer con ese niño y que es lo que realmente ha pasado. Y eso, que estaba en la base cuando escribí la pieza, he sentido, tras la función en Santiago, que aún sigue presente.
¿Qué le ha parecido la adaptación hecha por Redrum?
Cuando vi el montaje de Redrum en Vigo de mi obra El chico de la última fila, en pleno desconfinamiento, me pareció muy interesante y que Alex Sampayo es un director de talento y de carácter. Redrum es una compañía que merece mucho respeto, y cuando Alex me manifiesta su deseo de adaptar también al gallego Hamelin, me alegró inmediatamente. Y luego sucede que, con motivo de la entrega de los premios Princesa de Asturias en 2022, se representaron algunas piezas mías y una de ellas fue El chico de la última fila, por Redrum, ya en castellano, y me consta que van a hacer algunas funciones más en castellano y me siento muy contento de ello. Tras asistir el viernes a la función de Hamelin en el Principal, creo que es un espectáculo importante. Confirma mi confianza en esta compañía gallega y en Alex Sampayo.
Llama la atención que con su apretada agenda, viaje hasta Galicia. Madrid y Barcelona a veces miran por encima del hombro.
Por desgracia no puedo viajar mucho porque mis ocupaciones familiares y laborales son muy demandantes pero tenía especial ilusión en ver este montaje en Galicia. Venía con ilusión y esa ilusión ha sido más que confirmada. Y, por otro lado, El chico de la última fila me hizo prestar más atención al mundo teatral gallego, al que sigo cuando llega a Madrid aunque no llegue tanto como debiera. En este caso, Redrum tiene actores de primer nivel. Madrid o Barcelona no han de mirar con superioridad a lo que se está haciendo en otros lugares porque hay trabajos de enorme calidad. Dicho esto, si siempre es difícil hacer teatro, probablemente es más difícil hacerlo en otros lugares pero la gente de Galicia se tiene que sentir muy orgullosa de compañías como Redrum o Chévere, por mencionar otra cuyos espectáculos he aplaudido.
Hay quienes escriben teatro pero luego evitan ir a los estrenos o representaciones por lo que conlleva de presión, ¿qué tal aquí?
En esta representación de Hamelin había mucho público joven. Me encontré con el Teatro Principal, que es bellísimo, vi que estaba lleno y asistí atento a dos espectáculos, uno el que está ocurriendo en el escenario y otro el de la respiración que se está creando, y creo que fue exitoso. Los espectadores estaban interesados en el espectáculo pero… no siempre es así. En teatro, el fracaso cae como una guillotina, está ahí, y quienes escribimos teatro vivimos la recepción de la obra de forma muy inmediata. La experiencia de asistir a una función es emocionante y, a veces, muy grata, y en Santiago lo fue. Saludé a conocidos como la profesora en Vigo, Carmen Abizanda; a Roberto Pascual, del festival de Ribadavia e incluso a espectadores ajenos al teatro profesional. El teatro es un arte de autoría compartida y este Hamelin no es más mío que de Alex (Sampayo) y de cada uno de los actores y profesionales implicados.
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